Pedro J. Ramírez, director del diario El mundo, en su edición del 5 de enero del 2014, nos recuerda en un espléndido artículo, que hace ahora doscientos años, en 1814, aquel innombrable Borbón, aplastó con mano de hierro nuestra primera Constitución y con ella las libertades que, intelectuales ilustrados y patriotas, habían dejado escritas en, Cádiz, en 1812.

En un lúcido análisis histórico, su autor relata con fechas y datos de la época, como a su llegada a Gerona, la mayoría de los catalanes que habían luchado durante seis años de forma heroica contra las tropas del emperador francés, recibieron con los brazos abiertos a Fernando VII, como éste los engañó y, después de felicitarles por su lealtad, suspendió sus libertades, abolió la Constitución, encarceló a sus autores y eliminó a todo aquél que se opuso a sus deseos.

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Cuando uno hace un repaso de la Historia, no sólo la del hijo, sino también la de su padre, Carlos IV, resulta difícil admitir, cómo ambos traicionaron al pueblo español que, en 1808 se levantó en toda España contra el ejército invasor y se dejó matar para que el absolutismo volviese a gobernarnos.

Hace unos días visité el palacio de Fontainebleau en las afueras de París, donde Carlos IV, un año antes firmó- representado por Godoy- con Napoleón el famoso tratado en virtud del cual, la corona de España permitía el paso de las tropas francesas por el territorio español que, un año más tarde, dio lugar a la Guerra de la Independencia.

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En uno de sus inmensos salones, el gobierno francés ha logrado reunir y exponer una colección de obras y objetos de arte que, los orfebres españoles, habían creado de forma magistral.

Contemplando aquel fabuloso regalo de la corona española, cualquier español conocedor de la Historia de aquellos dos reyes miserables, tiene que sentir nausea, al recordar que los españoles morían en los campos de batalla, mientras aquel generoso rey se pasaba la vida cazando, rodeado de lujo y asistiendo a grandes fiestas, prisionero de Napoleón, al que había cedido en secreto el reino de España, en favor de José Napoleón, hermano del emperador.

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En su artículo, el director del diario el Mundo, nos recuerda la importancia de conocer nuestra Historia, para que ningún español olvide aquel funesto reinado en el que, “El Deseado”, hace doscientos años: conjuró contra su padre, denunció a los que con él habían formado la conjura; con la ayuda de una parte de la aristocracia y el clero ultramontano, abolió la Constitución de Cádiz, estableció de nuevo la Inquisición, cercenó la libertad y el futuro de los españoles, y nos dejó como herencia, otro siglo de guerras, de destrucción, y de muerte.

Paco Costas