“Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios.

Una de las dos Españas, te helará el corazón”.

Yo me tomaría la libertad de cambiar un poco el célebre verso del gran poeta sevillano, y diría, aunque el remedo suene grotesco:

“Consumidor que vienes al mundo, te guarde Dios.

De las grandes multinacionales, siempre serás el pagador”.

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Telefónica anuncia la posible compra del Canal+. Si el acuerdo se confirma, la compañía que dirige Cesar Alierta, se convertirá en un gigante de los medios audiovisuales en España con casi el ochenta y tantos por cien de dicho canal de pago; y con la compra de los derechos del fútbol, la Fórmula1, el mundial de motos, y su canal de televisión Movistar TV, los millones de españoles que invertimos una buena parte de nuestro tiempo de ocio siguiendo cualquiera de estos deportes, tendremos que pasar por el aro y por los precios que imponga el grupo.

Resulta sintomático y revelador como, cada vez que el talento de los investigadores descubre medios que faciliten las comunicaciones y la información a la que tenemos derecho los humanos, los grandes poderes económicos, con un olfato especial para aumentar su riqueza, copan las fuentes y las patentes, y si a algún pequeño competidor pone en riesgo su hegemonía, le compran al precio que sea sus derechos y lo borran del mapa.

Esta posición de fuerza, también se manifiesta en los grandes medios de comunicación, y con ello, se cierra el círculo en el que el consumidor se convierte en rebaño pastoreado por estas grandes compañías (la mayoría, con las tarifas más caras de Europa) y sólo le queda el recurso al pataleo y la impotencia.

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Quizás no lo percibimos, pero lo cierto es que, de una forma sutil, la publicidad y los mensajes subliminales que contiene, apoyados por medios de comunicación- sufragados en muchos casos por la banca y el propio Estado-, acaban por crear una necesidad de consumo que, muchas veces a costa de necesidades esenciales, nos inducen a adquirir móviles, tablets, conexiones con internet, teléfonos… y toda clase de artilugios electrónicos que, aún a pesar de su malfunción en muchos casos, se han convertido en esenciales para el desarrollo de nuestro vivir cotidiano.

Consumidor que has venido al mundo, no te empeñes ni te rebeles, es inútil quejarse… y ya sabes, ¡a pagar y a callarte!

Paco Costas