Empecé a conducir toda clase de automóviles cuando aún era muy joven y el automóvil ha sido mi profesión durante toda mi vida.

No puedo hablar de kilómetros pero sé que he recorrido medio mundo sentado ante un volante. Es fácil suponer lo que puedo haber visto y lo que nunca me hubiese gustado ver.

Guardo una memoria fotográfica de los momento en los que lo que vi me estremeció, incluido el tiempo que fui voluntario como conductor en Cruz Roja.

Unas veces fueron unos jóvenes que iban a una fiesta, otras, una familia entera camino de sus vacaciones; una joven universitaria que volvía a la gran ciudad a ver a sus padres o unos padres que hacían lo mismo para visitar a sus hijos.

[Fuente vídeo: Canal Seguridad Viral]

Tampoco me han faltado en la lista el conductor profesional o el joven motorista, y siempre que tuve la mala suerte de ser testigo de tanta tragedia, me hacía la misma reflexión: cuántas ilusiones, cuántos proyectos de vida, cuánto sufrimiento para los que quedan, y todo en unos pocos segundos.

Estos días de alegría a veces nos hacen olvidar que esto que  aquí cuento a ti no te va a pasar, y espero que así sea, pero la mayoría de las veces depende mucho de tu conducta y de tu respeto a las normas y a los demás.

No conduzcas con miedo, pero olvídate del móvil, del alcohol; no caigas en la tentación de “ponerte” nada aunque te inviten a hacerlo en el calor de la fiesta.

Recuerda: proyectos, alegrías, afectos, amores, amistades, desaparecen en unos breves segundos, pero para los que se quedan, tu pérdida es para siempre.