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Prometer en política es la cosa más fácil del mundo.

En esta batahola que se ha convertido la actual política española, se escuchan con insistencia voces que hablan de reparto de la riqueza. La promesa suena muy bien a aquellos que menos tienen: subidas de sueldos, mayor democracia, más libertad, más derechos…

Eso, sin duda, sería un bello sueño en el que nos gustaría creer si no fuese porque todo eso se logra a base de dinero y el dinero, como el agua, es un bien escaso y limitado si no se crea antes la riqueza que lo produzca.

Parece que la solución que se apunta para lograrlo es la de quitárselo a los ricos para repartirlo entre los pobres. La ecuación me recuerda la historia de aquel millonario que, mientras pasea en su lujoso automóvil, le pregunta a su chofer cuando se encuentran con una manifestación, qué es lo que reivindican, y el chofer le responde: “un mejor reparto de la riqueza”

La respuesta del millonario da en que pensar: ”me parece justo por lo que ya tengo y lo que me pueda tocar en el reparto”

En el juego de la ruleta, la banca siempre gana, en tiempos de abundancia y en tiempos de pobreza. Este, y no otro, es el mundo en que vivimos, y para cambiarlo, no basta con promesas.

Paco Costas