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Los principales protagonistas del tráfico, son la vía, los conductores y los vehículos. A estos últimos, la DGT exige de sus propietarios la atención y el mantenimiento a los que obliga su uso y sanciona a todos aquellos que, no habiendo pasado las inspecciones técnicas (ITV), o circulando con neumáticos desgastados o en mal estado, fallos en el sistema de iluminación o deterioros visibles en la carrocería, amenazan la seguridad propia y la del resto de los usuarios de las vías.

Estas normas son iguales para los vehículos más caros y para los más modestos y económicos.

Para los propietarios de los primeros, a los que se supone buena situación económica, cambiar unos neumáticos desgastados, reponer las pastillas de freno, o, en general, mantener su vehículo en perfecto estado de funcionamiento, es más soportable aunque resulte caro. (El precio de la hora por mano de obra para las marcas más altas de gama y en general cualquier reparación en mi opinión, es muchas veces abusivo).

Pero la mayoría de los vehículos que circulan en España, son propiedad de empleados de clase media y trabajadores cuyos salarios en muchos casos apenas les permite llegar a fin de mes.

Para la inmensa mayoría de ellos, los costes de un taller oficial, la sustitución de un juego de neumáticos, las reparaciones o el recambio de piezas, les obliga a apurar hasta límites peligrosos las revisiones imprescindibles para su seguridad.

Es frecuente ver en barrios modestos como es el propietario del vehículo el que sustituye las patillas de freno o cualquier otra reparación en plena calle sin estar capacitado para hacerlo con total garantía.

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Neumáticos de segunda mano y diferentes medidas en cada eje o piezas vitales rescatadas de la chatarra, son prácticas frecuentes.

Creo que, si en lugar de incitar a la compra de un nuevo vehículo por haber cumplido más de diez años circulando (Un vehículo de diez o más años que ha recibido el mantenimiento adecuado durante esos años es mucho más seguro que uno con cinco mal atendido), la Administración, en vez de primar la compra del vehículo por considerarlo “demasiado viejo”, hiciese lo mismo con aquellos propietarios que después de diez años demostrasen en las inspecciones técnicas que su vehículo está en perfecto estado de funcionamiento, y al mismo tiempo controlase los precios abusivos y una revisión del IVA, la buena salud de la seguridad vial referida al automóvil mejoraría sensiblemente.

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