Fin de semana de gran actividad deportiva: Wimbledon, el Tour y como plato fuerte para los aficionados, el Gran Premio de Inglaterra en Silverstone con todo el atrezo y el ceremonial que tanto gustan a los seguidores del automovilismo de aquel país.

Dejando a un lado la victoria incontestable de Luis Hamilton y los avatares de la propia carrera en la que, en mi opinión, los auténticos héroes, después del británico, han sido Botas y Ricciardo, mi comentario de hoy se centra en el futuro profesional de Fernando Alonso.

Los rumores, siempre inevitables a estas alturas de la temporada, van en todas las direcciones: Renault, Mercedes, otros hablan de Ferrari, la rumorología no tiene límites.

Después de ver el comportamiento de los Mclaren-Honda y, sobre todo, la vuelta realizada por Alonso en el último minuto de Q1, creo que sólo es posible lograrlo si se dispone de un buen chasis.

Dejando a un lado, una vez más, la frustración del piloto y de sus seguidores al abandonar por avería, creo que un buena parte del problema se debe a la cantidad de cambios realizados a última hora en el monoplaza a sabiendas de que sería fuertemente penalizados.

A pesar de lo mucho que he criticado los fallos de la escudería inglesa, sin precedentes en la historia de este deporte, tengo el pálpito de los problemas de potencia y fiabilidad van a solucionarse, incluso antes de final de año.

Creo que si Alonso, harto de tanto fracaso, deja el equipo, le puede pasar lo mismo que cuando decidió dejar Ferrari y otros pilotos recogerían los frutos de tanta decepción.

Lanzo una moneda al aire y abro mi paraguas porque sé la que me va a caer.