Dona  es un “pija” de sangre inglesa de esas que han nacido en el seno de una “familia de toda la vida”. Fue un regalo y vive con nosotros desde que era cachorra.

Kika es una de las muchas historias de perros cruelmente tratados que conocemos todos los días.

En manos de un pastor de ovejas, la tuvo durante años sin apenas alimentarla o prestarle atención. Cuando al final del día encerraba a las ovejas a cubierto, la dejaba fuera hiciese frio o calor.

La pobre se alimentaba como podía gracias a las basuras y a lo que algunos habitantes del pueblo le daban. Por el tamaño de sus pezones se supone que pudo tener varias camadas que debió parir a solas en el campo, escondía a los cachorros y los criaba con lo que podía y con lo que daba la gente.

Un día, un matrimonio madrileño que pasaba muchos fines de semana en aquel pueblo a cien kilómetros de Madrid, la vio: ofrecía un aspecto lamentable, enferma, enflaquecida y llena de heridas. La alimentan durante años hasta que viendo que, a pesar de todo, el deterioro continuaba y con cargo a su bolsillo decidieron llevarla a una residencia donde el pobre animal empezó a recuperarse.

Ahora Kika ha sido acogida por nosotros y nos mira, no sé si con sorpresa o con agradecimiento, mientras no cesa de mover el rabo.

Espero que permanezca a nuestro lado feliz, hasta el día que la edad la lleve a ese lugar ignoto en el que habitan los seres inocentes.