Hace muchos años que debería haberme despojado de ideas románticas en el deporte de la F1.

Nunca en mi vida he tenido el vicio de morderme las uñas, pero viendo las últimas veinte vueltas de la carrera y suponiendo lo que debería estar pasando por la mente de Raikkonen, me mordí las uñas mientras pensaba en lo que le hubiesen respondido a su equipo pilotos como Lauda, Senna o Mansell. ¡Iros hacer puñetas!, hubiesen acelerado más, adelantado a Vettel y habrían ganado la carrera.

Al final me dije ¿pero cómo eres todavía tan ingenuo?  El piloto es el último tornillo, si se pasa de rosca lo arrinconan y acaban echándole.

¡La pasta…siempre , la pasta..! lo que supone en dinero en ingresos por puntos y en publicidad ganar el campeonato cuenta mucho más que el palmarés personal del mejor piloto.

Pero Raikkonen viene de un país donde todo es fríamente razonado  y las normas son las normas.

EL AÑO QUE VIENE EL CAMPEONATO ESTARÁ ENTRE FERRARI Y MCLAREN.

Cuando un piloto y el motor de su monoplaza son capaces de dar la vuelta más rápida de carrera teniendo delante a dos Mercedes, dos Ferraris y un Redbull, y con los neúmáticos en las últimas, creo que para mí ya no hay duda; Fernando y el joven Vandoorne serán los pilotos oficiales del equipo Mclaren-Honda el 2018.

Gran carrera en la que ambos sacaron un buen puñado de puntos, pero no me gustó  el feo detalle de Alonso quejándose a la torre de un encontronazo con Sainz, el piloto madrileño que volvió demostrar que está necesitando una buena máquina para alcanzar los puestos de arriba.