Entre los argumentos que se manejan para encontrar chivos expiatorios a quienes culpar de los accidentes de tráfico, atribuirlo a la antigüedad de los automóviles, es una falacia interesada.

Cualquier automóvil, no importa la marca, si está bien cuidado y periódicamente revisado concienzudamente, puede vivir y circular durante muchos años y pasar las revisiones obligatorias sin ningún problema.

¿Cuántos modelos de hace veinte y treinta años no vemos por calles y carretera, impecables, y a sus propietarios luciendo orgullosos su antigüedad? ¿No será que, al igual que ocurre con los electrodomésticos o las baterías, cuanto menos duren antes se cambian?

Con que habilidad, sectores interesados nos machacan con publicidades y argumentos falaces para inducirnos a cambiar de vehículo sin necesidad de hacerlo.

Entiendo que después de diez años de antigüedad, o incluso antes, el propietario de un coche con años y kilómetros, si puede permitírselo, aspire a tener un vehículo nuevo con las técnicas y los avances que tienen los más modernos, pero culpar al automóvil de la siniestralidad del tráfico carece de fundamento.

Matriculación, tasas e impuestos, seguros; una larga lista de gastos que muchas economías no pueden permitirse… hay que vender, hay que seguir alimentado la arcas del estado.

“Renovarse o morir” en el caso de los automóviles, no está siempre justificado.