Produce frío pensar en el robo y los abusos que con seguridad se han producido en España durante la dictadura. Nadie se atrevió nunca a denunciar nada, todo estaba atado y bien atado. Ahora, desde la Transición, se han producido hechos difíciles de imaginar en aquellos años: jueces encarcelados por prevaricar y robar, banqueros y ejecutivos intocables en el banquillo, por lucrarse con el dinero de sus accionistas, partidos políticos financiados con dinero sucio; se descubren castidades mareantes de millones evadidos y acumulados en paraísos fiscales y para mayor escándalo, el Papa Francisco ha empezado a destapar las cloacas del Vaticano, las cuentas de la Iglesia y el vicio, la corrupción y la pederastia de decenas de sacerdotes en todo el mundo católico. Pero lo peor, con serlo, no debe ser nada al lado de lo que nunca sabremos y lo que aún está por descubrir.