Dicen los que entienden de eso, que las partículas permitidas que respiramos, las más finas tienen un grosor inferior  a 10 micras, o sea la centésima parte de un milímetro, pero, aun así, si penetran en los pulmones  en demasiada cantidad pueden ocasionar graves daños.

En París el tráfico es responsable del 28% de esas partículas y las calefacciones el 26%. Al parecer, las partículas particularmente finas de 2,5 micras cuando aumenta la polución, penetran en los pulmones más profundamente. En ese caso los porcentajes cambian y es el automóvil el generador principal con un 58%. Con los motores diésel aumenta todavía más.

Culpemos entonces al diésel, a las calefacciones y a los vehículos viejos sin catalizador. Y si a eso le añadimos lo que sueltan los frenos al frenar y el aumento de salida de gases al arrancar, no nos queda más solución que volver a aprender a caminar o, victimas del progreso, acabaremos todos en el hospital.