Hace unos meses probamos el Ford Focus en su versión ST-Line con motor 1.5 Turbo EcoBoost y 182cv de potencia máxima.

Ahora es el turno de la variante diésel, con el mismo acabado. El motor escogido es el nuevo 1.5 TDCi que deriva del anterior 1.6 TDCi de origen PSA. El nuevo 1.5 TDCi es, a grandes rasgos, una actualización profunda.

Tras probarlo y conducirlo una semana nos ha gustado el funcionamiento que tiene este nuevo propulsor, mucho más cómodo en todos los sentidos que su antecesor.

Sigue siendo un 8 válvulas, por lo que a bajas vueltas muestra mucho empuje, incluso en la marcha más larga, donde nos ha sorprendido con un alto empuje desde tan solo 1500 vueltas incluso subiendo algún que otro puerto sin desfallecer.

Estira bien, pero se nota que donde más cómodo se encuentra es en bajo y medio régimen, a la hora de subir de vueltas y pasar las 3600 que es donde otorga los 120cv, se nota como va perdiendo fuerza y se vuelve inútil hacerlo. Dado que si cambiamos de marcha antes el coche será más rápido y con menos esfuerzo para el motor.

Otro de los puntos a favor de este nuevo motor es su consumo, si el 1.6 TDCi era bueno en este aspecto, este es mejor. Releyendo información de la prueba que realizamos al Ford Focus Sport con el 1.6 TDCi que probamos hace un tiempo, el consumo medio que arrojo fue superior a los 5 litros, hizo una media de 5,5 litros a los 100km recorridos. Un consumo muy bueno.

En el caso de la unidad objeto de esta prueba en los mismos trayectos el consumo se situó un litro por debajo, 4,5 litros. Puede parecer increíble, pero es así, medido eso si por el ordenador de a bordo que ya sabemos que en ocasiones no son 100 por 100 exactos.

En todo caso el consumo es menor y las prestaciones mayores. Empuja con mayor ímpetu y permite realizar adelantamientos en vías de doble sentido con mucha soltura y seguridad.

Nuestra unidad venia dotada del acabado ST-Line que le proporciona un aspecto mucho más deportivo a todo el conjunto. Con llantas de mayor tamaño, para golpes y taloneras. Al igual que unos asientos que recogen mejor el cuerpo.

La suspensión es más enérgica sin llegar a ser molesto, filtra perfectamente cualquier irregularidad en la vía.

Externamente con este acabado gana muchos enteros, no en vano ser parece tímidamente al ST y eso gusta.

Externamente, al igual que nos pasó con la versión Sport, puede incluso que nos entre más por los ojos que la propia versión más prestacional ST, donde los colores son más estridentes y quizás de un aspecto más radical.

El acabado ST-Line es un primer paso a las versiones más potentes y deportivas de Ford, con unos paragolpes más resultones y llantas de mayor tamaño, decir que nuestra unidad montaba la misma medida tanto en pulgadas como en sección (235/40/18”) que lleva el ST.

El acabado ST-Line está disponible con diferentes mecánicas, como la aquí probada.

En gasolina parte del 1.5T EcoBoost que tiene dos potencias, 150 y 182cv respectivamente y la 1.0T EcoBoost de 125cv.

En diésel el 1.5 TDCi es el encargado de animar al Focus con sus 120cv y el 2.0 TDCi de 150cv.

Nuestra unidad exteriormente llevaba el acabado ST-Line; con paragolpes diferentes, bajos, taloneras y etc…

Con este acabado visualmente su aspecto es muy semejante al del ST, incluso puede llegar a gustar más que el del ST.

El interior no difiere mucho de una versión normal. Nuestra unidad contaba con todo tipo de gadget, desde un navegador de última generación de fácil manejo a múltiples sistemas que ayudan a la hora de conducir, como por ejemplo evitar que nos salgamos del carril, leer las señales de tráfico, detectores de ángulos muertos en los retrovisores, y más avances tecnológicos que monta el Ford Focus a pesar de su ya veteranía en el sector.