Dentro de la cultura occidental, los primeros antecedentes del carro los encontramos en las esculturas de Nínive y Persépolis, así como en las pinturas de las tumbas egipcias. Eran máquinas de guerra, Homero, en la Iliada, hace referencia a los carros el los que combatían los mejores guerreros. Darío el Grande, utilizó con éxito el carro en la famosa batalla de las Arbelas.

La mitología griega está repleta de alusiones sobre el tema. El famoso carro de Júpiter, padre de los dioses, tirado por cuatro caballos blancos. La diosa del amos, Venus, se paseaba en un carro tirado por cisnes. Plutón, dios de los infiernos, dominaba su reino sobre un carro tirado por cuatro corceles negros.

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Los troyanos fueron los primeros en utilizar carros de cuatro ruedas. Los Escitas, los construían de seis y el rey bretón, Casibelauno, contaba con la respetable cifra de 4000 carros de combate en su ejército. La cultura Romana perfeccionó más aún los carros. En los juegos públicos se utilizaba frecuentemente el «currus», especie de plataforma en forma de concha abierta por detrás , que transportaba a una o dos personas. Las «bigas» tiradas por dos caballos; las «trigas» por tres y las famosas «cuádrigas», por cuatro.

Existían muchos más modelos, incluso lo que podemos considerar el antecedente de la ambulancia: la «arcera». La proliferación de estas máquinas llegó a ser tal, que hacia el año 50 antes de Cristo, en tiempos de Julio Cesar, se promulgó la primera ley de tráfico conocida que limitaba el tránsito, desde el amanecer hasta el crepúsculo.

Pensemos que Roma, en aquellos tiempos , era una ciudad en el más moderno sentido de la palabra; albergaba varios cientos de miles de personas que vivían en construcciones hasta de tres alturas. Ha sido una constante hístórica, el hecho de que las grandes civilizaciones han surgido al someter a sus vecinos por medio de las guerras y estas han sido posibles gracias a la evolución tecnológica militar.

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Pasados los años de la conquista, evoluciona la cultura y con ella el refinamiento. El imperio romano fue una clara muestra de esta afirmación. Efectivamente, como puede verse, tanto griegos como romanos se sirvieron de la rueda para construir las primeras máquinas de combate. Las cuádrigas, tiradas por un tronco de cuatro caballos y manejadas por hábiles guerreros provistos de armas blancas, atacaban y se defendían del enemigo, mientras los caballos férreamente dirigidos, se movían de un lado a otro del campo de batalla. No deja de ser curioso que a estas alturas del siglo XXI, aún hoy denominamos a los vehículos blindados militares, «carros de combate».

Pero no todo el uso que se hizo de aquellas máquinas estuvo encaminado a la destrucción del hombre por el hombre. Como siempre, las guerras sirvieron también para alcanzar otros objetivos de utilidad y aquellos carros sirvieron para disputar competiciones deportivas y torneos y, sobre todo, para dar mayor movilidad al transporte de las personas. Se puede afirmar que en el siglo I antes de Cristo, ya existía un industria dedicada a la construcción de carros, alcanzando algunos modelos niveles impensables de lujo y refinamiento.

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Por otro lado, no debe olvidarse que la red viaria llegó a alcanzar un desarrollo realmente gigantesco. Las famosas calzadas romanas, de las que afortunadamente se conservan magníficas muestras en nuestro país, suponían la mejor red de infraestructuras que ha conocido la Historia en muchos siglos.

Por aquellos años, realmente «todos los caminos conducían a Roma». Estas calzadas, construidas en piedra, tienen una achura considerable. Para superar las pendientes, se diseñaron de manera escalonada de forma que los peldaños están al revés , el carro puede descansar apoyándose en el último peldaño superado y bajando, sirven para frenar sobre ellos. El sistema es realmente ingenioso.

La decadencia del imperio romano, no fue solamente política y militar, el desarrollo de la cultura también se vio afectado e incluso hubo un gran retroceso.

En la oscura Edad Media, no hubo grandes avances en el tema que nos ocupa, aunque nuevamente se utilizó el carro y sus variantes con fines militares. Las famosas catapultas que lanzaban a gran distancia «el fuego griego»; pequeños carros manejados por uno o dos guerreros, sin tiro animal, semiblindados por grandes escudos y densamente dotados de superficies y bordes cortantes; los carros ariete, utilizados para derribar puertas y muros; los carros ballesta al estilo de «los órganos de Stalin», que lanzaban varias flechas a la vez, etc.

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La carroza

A principios del siglo XI, el arquero Alberto de Itimiano, invento la carroza, «el carroccio», que así se llamaba, era un vehículo militar de carácter sagrado y de enorme tamaño. Arrastrado por 24 caballos, de dos ejes y cuatro ruedas, tenía el tamaños de una casa de dos alturas. Estaba totalmente acorazado, contaba con una torre central que solía ir precedida de una imagen de Cristo o una cruz de dos o más metros y contaba con un altar. La dotación normal no bajaba de 50 personas, los arqueros encargados de la defensa, 12 o más trompetas que no paraban de sonar en todo el combate, conductores, etc. Realmente debía resultar pavorosa para el enemigo la aparición de aquel artefacto.

A partir del siglo XII, el carro volvió a retornar a su carácter de lujo. Al igual que en la antigua Roma y en nuestros días el automóvil, se convirtió en un signo de poder económico y posición social, poníéndose particularmente de moda entre las princesas, que hacían cubrir sus carrozas de terciopelo y motivos de oro y plata.

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El carro suspendido no apareció hasta el siglo XV y fue inventado por el húngaro Kotzen. Las carrozas con ventanales de vidrio aparecieron por primera vez en Italia en el siglo XVII. París, hacia la mitad del siglo XVIII contaba con un parque próximo a las 15.000 carrozas.