Duran hasta cuatro veces más que los frenos convencionales de acero, pero el principal inconveniente radica en que son muy caros. Los frenos cerámicos permiten aumentar considerablemente la seguridad en la conducción. Como su propio nombre indica, están realizados en cerámica. Pero no una cerámica cualquiera, sino reforzada con fibra de carbono. Esta mezcla se denomina composite cerámico y se caracteriza por una gran resistencia que se consigue gracias al uso de carburo de silicio. La principal cualidad de este material es su extrema dureza y resistencia a la abrasión.

Originariamente, los frenos cerámicos han sido empleados en la industria aeronáutica y las competiciones automovilísticas, donde han dado resultados brillantes. Esos test han servido para confirmar su excelente resistencia al ‘fading’ (pérdida de eficacia por sobrecalentamiento) y, por consiguiente, su mayor duración: hasta cuatro veces más que los discos de acero convencionales. Durante su uso, los frenos pueden llegan a alcanzar temperaturas superiores a 700ºC, lo que disminuye su capacidad de respuesta. Sin embargo, en los frenos cerámicos esto no sucede. Además de contar con conductos de ventilación, su fabricación a unos 1.700ºC les hace muy resistentes a las altas temperaturas. Por si fuera poco, reparten mejor el calor en toda la superficie del disco y las aberturas que presentan ayudan también a dispersar la humedad que se cuela en una carretera mojada.

Desde la compañía Audi, una de las pocas que todavía los fabrica en España, aseguran que «ofrecen una elevada prestación de frenada, incluso circulando al límite». De hecho, las pruebas realizadas demuestran que esa prestación ni siquiera disminuye en frenadas reiteradas o en condiciones más duras como el descenso de un puerto de montaña. Tampoco es necesario ejercer una gran presión sobre el pedal para conseguir una frenada eficaz. Respecto al peso, puede ser hasta un 50% inferior al de los discos convencionales.

Su principal inconveniente, de momento, es el precio. A pesar de ser un equipamiento idóneo para ayudar a reducir accidentes, su meticulosa fabricación hace que lleguen a costar hasta 9.000 euros, incluso más. También es habitual que sólo se oferten en las gamas más altas. «Por el momento, los frenos cerámicos son un elemento muy exclusivo y Audi sólo los ofrece como equipamiento opcional», explican desde la compañía. Los modelos en los que se pueden encontrar son A8, S8, RS4 y R8. El coste: desde 7.000 euros, aproximadamente, en el caso del RS4, hasta 9.000 euros en los A8.