La bujía, es el elemento del motor, encargado de inflamar la mezcla dentro de la cámara de combustión. Esta función la realiza al conducir a la cámara una corriente eléctrica de alta tensión (varios miles de voltios) que provoca el salto de la chispa entre los extremos metálicos muy próximos a la bujía. Uno conectado al sistema de encendido (el que «conduce» físicamente la corriente) y otro conectado al resto de la masa del vehículo que no tiene carga eléctrica. Por eso se produce la chispa, por diferencia de potencial eléctrico entre un extremo y otro.

image

El primero en trabajar sobre la idea de que una chispa inflamara una mezcla, fue Volta, en 1777, al concebir la famosa pistola que lleva su nombre. Jean Lenoir, en 1860, presentó la patente del auténtico antepasado de la bujía tal como hoy la conocemos, compuesta por un vástago metálico, conductor de la corriente, un aislante que separa a éste del conjunto motor, y un cuerpo metálico, por el que se unía al resto.

El mayor problema que ha presentado siempre la construcción de bujías ha sido el material empleado como aislante. Se utilizaron varios en aquellos finales del siglo XIX, pero resultaban quebradizos. Así, se empleó el vidrio, la mica y lo que permitía la tecnología de entonces. Duraban tan poco, y en esos años, los fabricantes no se definían por un estándar (motores de vapor, explosión o eléctricos), que se llegó a abandonar la idea. Con los avances en aviación y la aplicación de la cerámica como aislante, resurgió el interés por este dispositivo.