El incidente que consiguió vaporizar la monumental reputación de Toyota en un abrir y cerrar de ojos ya es historia, aunque todavía costará meses cerrar la caja de Pandora. Y veremos cuánto tiempo necesita Toyota para lavar su imagen. Por ahora, al menos puede tomarse un respiro, dado que sus abogados han conseguido alcanzar un acuerdo extrajudicial con los familiares de los fallecidos en el primer accidente mortal conocido por aceleración súbita.
El suceso se produjo en agosto de 2009 en Estados Unidos, cuando un policía y tres familiares se estrellaron en un Lexus ES350 con un pedal acelerador descontrolado. La investigación posterior determinó que la causa se encontraba en unas alfombrillas mal diseñadas, que podían atascar el pedal acelerador. También se comprobó que detener un vehículo Toyota requería un mayor esfuerzo de freno, cuando otros coches no tienen problema alguno al incorporar sistemas de interrupción que detienen el motor al pisar el freno y el acelerador al mismo tiempo (GM y Mazda no tardaron en tomar nota). Poco después el asunto se complicó con acusaciones de problemas electrónicos (aún por dilucidar), y lo que comenzó como un accidente aislado, terminó destapando las vergüenzas de Toyota.
Finalmente, un año después de encenderse la mecha, Toyota y la familia de las víctimas han hecho las paces por una cantidad de dinero desconocida, y que posiblemente permanecerá en secreto para evitar avivar las llamas; la llamada a revisión de más de 12 millones de vehículos en todo el mundo (sumando los 3,8 de las alfombrillas y los más de 8 por otros motivos) han conseguido reabrir casos que en su día fueron cerrados, y aunque los demandantes agrupados en acciones colectivas solo conseguirán ver migajas si consiguen vencer, otros conductores mantienen sus demandas por separado.
Como de costumbre, y más en Estados Unidos, donde los acuerdos extrajudiciales son comunes, la resolución de muchos de estos pleitos dependerá en gran medida de la fortaleza económica de los demandantes y del dinero ofrecido por Toyota, que dependiendo del caso deberá calcular si sale más rentable litigar o firmar la paz del talonario. Que le pregunten si no a Ford.