Peugeot RCZ 2.0 HDI 163cv (9)

Éste no es el primer RCZ que pasa por nuestras manos, pero cada vez que probamos uno es como si lo fuera, siempre nos impresiona de su buen funcionamiento.

Para esta prueba hemos probado la versión dotada del propulsor HDI de 163cv. Una potencia intermedia para un vehículo de estas características.

Queda por encima del motor de acceso en gasolina. El 1.6 THP con 155cv.

El motor 2.0 HDI se muestra muy agradable de conducir en el Peugeot RCZ, es un motor con una buena cantidad de PAR disponible desde las 2000 revoluciones. Siendo muy cómodo de usar en ciudad. Con unos consumos muy ajustados y unas prestaciones interesantes que nos permitirán exprimir al conjunto al máximo. Ya que el RCZ goza de un elevado paso por curva y se muestra muy asentado.

Si bien puede parecer una herejía montar una mecánica diésel en un Coupé deportivo, pero la demanda de los motores diésel por parte del publico manda. Y el 2.0 HDI es potente, parco en consumos y porque no decirlo, no es del todo desagradable al odio a la hora de pisar con decisión el acelerador.

Naturalmente el 1.6 THP se lleva el gato al agua en cuanto a sonoridad. Un sonido más bonito, deportivo y trabajado que incita a pisar de más el acelerador para oírlo. Pudimos probar hace no mucho el RCZ en su versión 200THP. Un motor soberbio, con muy buen empuje y que no desfallece hasta pasadas las 7000 revoluciones. De este motor ha salido la evolución que “calza” el hermano mayor RCZ-R con modificaciones mecánicas para poder erogar 271 rabiosos cv.

Exteriormente el Peugeot RCZ recibió un lavado de cara hace no mucho tiempo, adecuándolo a la imagen actual de Peugeot. Dicho facelift ha permitido que la imagen del RCZ ahora sea más seria y si cabe más deportiva. Es un vehículo que llama mucho la atención al público de a pie que no puede evitar mirarlo.

Internamente, a pesar de su tamaño es un 2 + 2 plazas. Si bien las traseras se puede considerar casi testimoniales para adultos, ya que tocaran con el techo/cristal trasero por la baja altura. Pero para niños pequeños si es perfectamente válido. El acceso a las plazas traseras es bastante precario y dificultoso. Los asientos delanteros, abatibles, no se mueven demasiado hacia delante impidiendo una buena entrada y salida de la parte trasera.

Las plazas delanteras gozan de un buen espacio y de unos asientos cómodos y que recogen bien el cuerpo. Dichos asientos cuentas con múltiples regulaciones para facilitar a la hora de encontrar la postura correcta. Al igual que el volante, forrado en piel y regulable en altura y profundidad.