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Salvados agravios, guerras, y sangre vertida por una y otra parte a través de la historia, hoy, uno de los descendientes de aquel primer Felipe V, borbón, está recibiendo en París el más alto honor que aquella república otorga a sus más ilustres visitantes.

A todos aquellos que ahora en España aseguran estar haciendo política para regenerar nuestra democracia y, sobre todo, para los que de forma persistente quieren separase de ella y se manifiestan ultrajando nuestros símbolos, debería bastarles ver con el respeto y el orgullo que los franceses hacen ostentación de los suyos sin complejos

Lo ocurrido durante la celebración de la final de la copa del Rey, sancionado o no por la autoridad deportiva, debería causar sonrojo a los que, con su actitud irracional, han dado lugar a que en el mundo se nos vea como un país de salvajes enemigos de la esencia de su propia historia.

Todo individuo tiene el derecho sagrado de expresar a sus creencias y sus ideas políticas, pero sin herir los sentimientos de otros semejantes que no las comparten.

“No comparto tus ideas, pero daría mi vida por tu derecho a defenderlas” Y esta frase la escribió uno de los hombres, al que su protesta civilizada contra el absolutismo de su país, podía haberle causado la muerte.

Cuando la persona necesita confundirse entre la masa para protestar, agredir o insultar vociferando, se convierte en un cobarde, y es a ese cobarde al que Voltaire le hubiese negado “dar la vida por defender su derecho”.

Paco Costas